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Viena

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Viena, a orillas del Danubio, comenzó a consolidarse en la Edad Media como un enclave estratégico entre Europa occidental y oriental. En el siglo XII, los duques de la dinastía Babenberg impulsaron su crecimiento, otorgándole privilegios comerciales y convirtiéndola en un importante centro urbano. Con la llegada de los Habsburgo en 1278, Viena se transformó en la sede de su poder y en capital del ducado de Austria. Durante los siglos XIV y XV, la ciudad prosperó como centro político, religioso y cultural, destacando la construcción de la Catedral de San Esteban, símbolo del gótico vienés. Así, en el medievo, Viena sentó las bases de su futuro como capital imperial y uno de los núcleos más influyentes de Europa Central.

Nota: algunas imágenes no son necesariamente medievales pero pueden apoyar los trabajos, especialmente de la Baja Edad Media.

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