Florencia, situada en la región de la Toscana, fue en el Medioevo una de las ciudades más influyentes de Italia y de Europa. Nacida como asentamiento romano, adquirió gran relevancia a partir del siglo XI gracias a su ubicación estratégica en las rutas comerciales y a la pujanza de sus gremios. Durante los siglos XIII y XIV se consolidó como una república gobernada por familias poderosas, entre ellas los Médici, quienes impulsaron tanto la economía como las artes. Florencia fue centro de la industria textil, especialmente de la lana y la seda, lo que le dio enorme riqueza. Su ambiente urbano, marcado por intensas luchas políticas entre güelfos y gibelinos, sentó las bases para el florecimiento cultural y artístico del Renacimiento. En la Edad Media, Florencia no solo se consolidó como potencia económica, sino también como cuna de pensadores y escritores como Dante Alighieri, que definieron el rumbo cultural de Occidente.