Milán, ubicada en el norte de Italia, fue durante la Edad Media una de las ciudades más poderosas de la región lombarda. Tras la caída del Imperio romano, pasó bajo dominio ostrogodo, bizantino y lombardo, consolidándose como centro político y religioso con la influencia de su arzobispado. Durante los siglos XI y XII se transformó en un comuna libre, fortalecida por su riqueza comercial y artesanal. Milán lideró la Liga Lombarda, que en 1176 derrotó al emperador Federico Barbarroja en la batalla de Legnano, afirmando su autonomía frente al Sacro Imperio Romano Germánico.En los siglos XIV y XV, la ciudad estuvo bajo el dominio de la poderosa familia Visconti, que expandió su territorio y convirtió a Milán en un señorío. Posteriormente, los Sforza consolidaron el ducado, atrayendo artistas y humanistas, preludio del Renacimiento. Así, en el Medioevo, Milán pasó de comuna libre a centro ducal, afianzando su papel como eje político, económico y cultural de Italia.